No conozco mejor terapia, ni curso, ni taller, ni formación, ni carrera, ni técnica o método de sanación, que esta vida.
Nada mejor organizado, nada más perfecto, preciso y, por cierto, nada más gratuito.
En una inercia inconsciente, que busca ciegamente escapar de todo dolor, no hay varitas mágicas, técnicas infalibles, métodos fulminantes, ni salvadores que nos rescaten y nos resuelvan todos nuestros problemas, sin esfuerzo por nuestra parte.
Quizá sea la propia vida, esa misma de la que queremos escapar, la que contenga la más eficaz salida de nuestro dolor; quizá se trate de vivir conscientemente.
Si es que hay milagros, ya están aquí. No hace falta ir a un curso, ni acudir a nadie, para que sucedan los milagros.
Puede hacerse necesaria ayuda pero, por favor, reflexiona sobre esto: Por más valiosa que sea la técnica, el método, el curso o el terapeuta, son solo herramientas que sin la actitud interior propicia se pueden usar de una forma muy reducida e incluso inadecuada, y puede suponer una pérdida de tiempo, dinero y energía. Aunque en un principio puede estar bien un alivio, un parche, una tirita, pronto nos encontraremos en el mismo punto de partida.
La ayuda ¡No es para cambiar la vida! Es al contrario, es la vida la que nos cambia a nosotros, así que quizá el cambio no es ahí fuera, quizá no hay tanto que arreglar ahí. Repito, la ayuda no es para que algo o alguien me cambie la vida, sino que es para que me resulte posible cambiarme a mí, usando para poder cambiar la ayuda que alguien puede ofrecerme (a veces sin saberlo), algo o alguien que encuentro o surge que resulta ser una valiosa herramienta en nuestras manos, un instrumento que podemos emplear a nuestro servicio para cambiarnos por nuestro propio esfuerzo para lograr, en este caso, aprender a ver la vida más como es, y a vivirla conscientemente; aprender a ver que ya están sucediendo los milagros, que ya somos el milagro.
No se puede mejorar la vida desde la negación de la vida, desde la huída y el escape; es imposible esto. Sí se pueden cambiar y mejorar las mentes, sí podemos mejorar nuestra visión, sí elevar nuestra conciencia.
Entonces la vida, tan perfecta como siempre, se manifestará aparentemente diferente y, consecuentemente a ese cambio, como aparentemente mejor.
Pero siempre fue, es y será como es percibida por quien se hace consciente: perfecta, ideal, maravillosa, milagrosa… Y en cualquier caso, ES COMO ES. ¿Qué utilidad tiene negarlo si mi intención es sentirme bien en la vida?
Más allá de las apariencias que tome en cada momento, cuando aprendo a relacionarme positivamente con la vida, realizo o me doy cuenta de una realidad: para que ese aprendizaje interior sea posible, la mejor vida para llegar a ello es exactamente la vida, tal como es.
Abraza la vida, confía en la vida, ama la vida y de este modo abandona el temor a la vida.
Ese es el milagro, ese es el gran cambio, eso es amor, y trae felicidad.
Que gran verdad, si uno no tiene la actitud de cambiar por mas cursos, talleres, retiros y de mas no va a cambiar. La vida es nuestra escuela, de ella recibimos todo lo necesario para hacer los cambios oportunos para cambiar nosotros, no lo que nos circunda.Todo es necesario aunque aparentemente sean parches porque llega un momento en que la propia vida que te hace despertar y ves que gracias a todo lo vivido te encuentras en el punto en el que estas… despertando, comprendiendo que vivir tiene su sentido; aprender a ser feliz y sobre todo a amar, con lo cual es perfecta, fluir con ella tal como se presente.
Gracias por compartir.
Gracias a ti por compartir, Juana. Un abrazo grande.