También llamada con otros nombres, como contemplación (el nombre no es lo importante), no pertenece en exclusiva a ninguna escuela o religión, pero está en la esencia y origen de muchas de ellas.
La meditación supone la base de una experiencia que permite a muchos seres humanos hacerse sensibles, conscientes y abrirse a aquello que en un principio no podían ver conscientemente, pero que van descubriendo y sintiendo que siempre había estado en su interior como una realidad; una realidad que se puede llegar a sentir con más solidez que la propia aparente realidad material, visible.
Al mismo tiempo, practicada correctamente, lejos de confrontarnos con la realidad aparente, visible, material, y muy lejos de apartarnos de ella, la meditación nos permite verla con mucho más sentido y claridad, desarrollando nuestra gratitud y alegría al ir adquiriendo un valioso conocimiento (eminentemente no-racional) para saber vivir en ella con serenidad, paz, equilibrio y una comprensión profunda de todos los acontecimientos que en ella suceden, y su propósito.
La experiencia de la meditación es única, pero a la vez es muy diversa. Tremendamente diversa. Se trata de una cuestión difícil de explicar con palabras.
Pongamos una buena metáfora para lo que se pretende transmitir: el caso de algo tan vital y esencial como es el agua.
El agua, como todos podemos saber o deducir, aun cuando es esencialmente lo mismo siempre, puede salir muy diferente, segun la fuente de donde mane o dispensador que nos la haga llegar. En relación a la cantidad, puede salir abundante de unas fuentes, pero también salir escasa en otras e, incluso, puede en otras haber dejado de fluir, aunque se siga considerando y llamando a ese lugar «fuente». Y en relación a la calidad, puede salir absolutamente pura, o con unos minerales u otros en diferentes cantidades, que forman parte de una diversidad natural… pero también puede llegar a verse tratada o intervenida con fines de muy diversa índole; por ejemplo puede ser tratada su temperatura con el fin de adaptarla a las necesidades de alguien o un grupo, o puede ser acompañada de substancias, a veces muy ajenas a la naturaleza esencial del agua y su natural diversidad, que pueden tener más relación con la mentalidad y cultura, preferencias, o intereses de quienes la reciben… o de quienes la tratan… lo que puede hacerla, quizá, más o menos próxima o familiar a quienes la reciben, cosa que puede ser positiva en cierto grado, pero a veces demasiado adornada de cosas muy insubstanciales, o que van alejando la posibilidad de percibir su verdadera naturaleza en estado puro, o llegar, incluso a convertirla en agua (recordemos que no dejaría de ser en esencia agua) realmente contaminada y totalmente desaconsejable, por muy abundante que pudiera llegar a fluir su caudal.
Así, la meditación, como práctica esencialmente energética, fluye de forma muy diferente según las fuentes a las que acudamos. Algunas son más abundantes que otras, o les añaden voluntaria o involuntariamente más o menos cosas, convenientes para el practicante, o no tanto.
Por todo lo expuesto, más allá de los letreros e indicaciones, lo que quien comparte estas palabras siente más aconsejable es: que la persona interesada en obtener un impulso, una ayuda, un aprendizaje o potenciación de su práctica, se acerque, conozca y reflexione sobre la cantidad, la intensidad y la calidad de sus experiencias con la meditación según las fuentes, incluso acercándose y conociendo diferentes fuentes, antes de dar por sentada una creencia basada en una escasa experiencia, o en unas palabras que gratuitamente alguien dijo, especialmente si son palabras dirigidas a desacreditar aquello que no se conoce, o bien para desacreditar a otras fuentes o dispensadores, y atribuirse para sí la exclusividad de la experiencia (véase algunos religiosos que, por ignorancia, acostumbran a hacer esto. Lo que no quiere decir que en esas religiones, que a esas personas les sirven de «fuentes», no puedan obtenerse experiencias, incluso muy buenas, relacionadas con la meditación). Es un asunto muy complejo de explicar pormenorizadamente, pero que puede ser realmente sencillo de comprender con una observación y reflexión profundas.
Hay múltiples, variadas y muy notables fuentes de las que obtener experiencias, de muy diversa procedencia y con connotaciones muy diferentes, muchas de ellas de una excelente calidad, algunas de una pureza quizá inimaginable… así como también otras que probablemente puedan ser desaconsejables. Pero no por esto dejamos de plantearnos nuestra decisión de beber, sino que simplemente tomamos conciencia de que, como ante cualquier otra decisión relevante en nuestras vidas, se hace necesario el buen uso de la razón y saber ver, escuchar, reflexionar, poner en práctica y experimentar los resultados para, así, tras este proceso, poder hacernos una idea lo más aproximada posible a la realidad.
Pero: ¿Qué es la meditación? En realidad poco se ha dicho y poco más podría añadir sobre la meditación. La meditación no puede ser descrita con palabras, solo puede ser experimentada en el interior.
En nuestro centro puede ser practicada por personas de todo tipo y condición, no es necesario asumir ninguna ideología, hábito o ropaje, ni creencia especial para practicar; solo una actitud abierta y receptiva, de un verdadero interés por experimentar y ampliar los conocimientos, como podría esperarse de un buen científico.
¿Consejos para iniciarse?
– Es de mucha ayuda y beneficio practicar con personas quienes ya han desarrollado una notable conexión con la meditación. A mayor sea la conexión de aquellas personas con quienes practicamos, mejor será nuestra propia conexión. Es parecido a la música: si aprendemos o practicamos con músicos que ya fluyen con ella, avanzaremos y disfrutaremos mucho más.
– Los lugares que se destinan a este tipo de prácticas (cuando se realizan de forma regular, sistemática y efectiva) son idóneos para experimentar más fácilmente buenos resultados.
– Una actitud, repetimos, relajada, abierta y receptiva, es fundamental.